El núcleo personal y el cariño colectivo

Alguna vez escuché a una sabia mujer decir que la única espiritualidad verdaderamente eficaz es aquella que nos lleva a darnos por quienes nos rodean, es aquella que nos impulsa a compartir, a ayudar, a respetar y abrazar la diversidad tan mágica del universo. Y hoy me gusta pensar que eso es lo que sucede dentro del salón FLOW.  La magia empieza cuando entendemos que somos lo que somos porque hemos construido vínculos con todo lo que lo que nos rodea. FLOW nos permite reconocer, a través del movimiento, la importancia de protegernos desde la herida. Aunque el movimiento surge en lo más íntimo y personal de cada individuo, todas las personas buscamos compartir y recibir. Una vez que somos capaces de relacionarnos desde ahí, desde la vulnerabilidad, la cual en este caso sale a relucir en nuestro mat, entonces el movimiento no es automático, es consciente y es colectivo, es familiar y es de cuidado, es un andar cariñoso y responsable, con mi persona, sí, pero también con todos los seres que me rodean y me construyen.

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